Campaña #SinSesgosSinBrecha. Comienza la campaña por el Día de la Igualdad Salarial
21 febrero, 2024¡Comienza la campaña #DíaDeLaConciliación !
20 marzo, 2024Hoy es el Día de la Igualdad Salarial. Por ello, desde Fundación Mujeres ponemos en marcha la campaña #SinSesgosSinBrecha. La brecha salarial de género es un tema complejo que debe atajarse. Uno de los factores que contribuye significativamente a esta brecha son los complementos salariales. Por ello, la campaña #SinSesgosSinbrecha busca mostrar la manera en la que los sesgos impactan en el acceso de las mujeres a los complementos salariales.
El salario base
En España, la brecha salarial de género se sitúa actualmente en el 24%, según el último informe publicado por CCOO. Ahora bien, para analizar este porcentaje es necesario comprender que el sueldo que percibimos a final de mes está compuesto por el salario base, pagas extraordinarias, pagas por horas extraordinarias y los complementos salariales, entre otros. En el ejercicio de analizar estas variables por separado es cuando podemos comprender el momento en el que la brecha salarial se acentúa.
Los últimos datos actualizamos del INE en relación a los complementos salariales, muestran una diferencia en función del sexo en el salario base, así como en cada uno de los complementos salariales. Esa diferencia genera una brecha del salario base del 16,15% y del 25,85% en complementos.
Complementos salariales
Tal y como mostraba la tabla anterior, la mayor diferencia salarial en función del sexo se observa en los complementos salariales, que deben establecerse en función de factores como: La antigüedad, idiomas, formación, factores de productividad, desplazamientos, riesgos físicos, comisiones por objetivos. Sin embargo, ¿realmente esto ocurre así?
Los últimos datos disponibles sobre la distribución de los complementos salariales son los otorgados por el INE en su tabla “Estructura porcentual del salario bruto”. Estos datos muestran una distribución desigual de los complementos salariales en función del sexo. Mientras que el sueldo total de las mujeres se compone de un 30% de complementos salariales, mientras que en el caso de los hombres es un 33%. Si nos adentramos en los tipos de complementos salariales, la brecha aumenta en los casos de “pagos por horas extraordinarias”, en “pagas extra” o en casos de “nocturnidad”, tal y como muestra la tabla anterior.
Esa diferencia es un reflejo más de las dinámicas de desigualdad que se generan en el mercado laboral. Los roles y estereotipos de género afectan a las valoraciones personales y profesionales de las mujeres dificultando su acceso a los complementos salariales.
Sesgos de género en los complementos salariales
Cuando hablamos de brecha salarial entre mujeres y hombres, no solo se debe atender a la diferencia salarial neta, sino que cuestiones como los complementos salariales marcan esta diferencia. Así, los sesgos impactan negativamente en las clasificaciones profesionales. Las categorías o puestos tradicionalmente feminizados se encuentren en posiciones inferiores a los masculinizados, y acumulan un menor volumen de complementos salariales y de inferior retribución.
Esta menor acumulación de complementos se debe a los sesgos en la valoración de los puestos feminizados, y a las capacidades y habilidades que son necesarias para el desempeño de los mismos.
Por una parte, existe una infravaloración de las cualidades consideradas tradicionalmente “femeninas” y que se supone que todas las mujeres poseen de manera natural (habilidades de comunicación, habilidades para cuidar a otras personas, empatía, paciencia, atención al detalle…). Dado que son consideradas cualidades innatas, no hace falta considerarlas una capacidad que haya que valorar especialmente en el trabajo, ni retribuir a través de un complemento.
Por otra parte, existe el estereotipo o el prejuicio de que los empleos tradicionalmente femeninos no suponen un esfuerzo o un riesgo físico, por lo que tradicionalmente se han invisibilizado determinados esfuerzos físicos y riesgos laborales en profesiones feminizadas (por ejemplo, las posturas forzadas de las cajeras de supermercado, o la toxicidad de los tintes usados en peluquería), mientras que los puestos masculinizados han sido frecuentemente asociados con diversos complementos de penosidad o peligrosidad.